14 de febrero, aquel día donde nos pasamos enamorando a quien nos mueve el piso. Regalos, comidas, dulces y flores son los detalles que nos nace dar para vivir 24 horas llenas de amor. Pero hoy no voy a hablar del romance.
El 14 de febrero, mientras todos se la pasan hablando de su pareja y de citas románticas, yo hablare del amor que uno elige para siempre. Ese amor que sí es “hasta que la muerte los separe”, porque cuando uno escoge amar al Deportivo Independiente Medellín, definitivamente, es hasta el ataúd.
La atracción comienza cuando tu viejo te presenta, sin que vos sepas, al amor de tu vida. Te lleva a una cita a ciegas sin saber con que te vas a encontrar. Entrás al escenario donde repetirás los encuentros cada 15 días, y lo mejor de todo, nunca te vas a cansar de ir.
Pero en este amor se podría comprobar que hay algunos seres humanos que les gusta más el sufrimiento que la alegría. El Deportivo Independiente Medellín te enamora no por su grandeza, no por sus copas o sus logros, te enamora porque sentís dolor, llorás cuando el equipo está mal y puteás al que sea con tal de defender este amor, con tal de que no te arrebaten las ilusiones, porque a este amor es de tenerle fe.
Gracias al sufrimiento es que celebrás tanto cuando hay que hacerlo, porque 45 años se tardó en darte la segunda copa, ¿pero la cuarta? Se la ganó a la vieja chismosa que siempre está pendiente de esta relación.
Y el viejo que cumple 105 años, y que ha alzado solo seis copas, te va a enamorar más que cualquier otro. Porque nuestro amor es así y nadie lo va a entender, solo los que nos enamoramos de verdad.
¡Qué chimba ser hincha de Deportivo Independiente Medellín!
Atentamente, un hincha del glorioso DIM.